martes, 22 de septiembre de 2015

SEPTIEMBRE O EL OCASO DEL VERANO (Sintiendo el miedo)

Un año más regresa el otoño, inexorable en su melancolía, y te encuentra todavía con la piel desnuda,el cuerpo sin cubrir y la nostalgia de un verano que te gustaría fuera eterno. Percibes que todavía tienes la piel y la historia agarradas al cuerpo, pero el veneno ha empezado a disolverse, expulsado por los gritos de insomnio que descargaste ayer contra el colchón.


Lo sentiste después, con los músculos tensos y el alma, mientras tanto, en blanco. Deslizaba la rabia por la carne abriéndose camino a través de las arterias, y abandonaba el cuerpo como un espíritu perverso estorbado por la invocación atroz de un exorcista. 


Al atardecer ya te cabían las canciones, el agradecimiento y la ternura. No sabes cuántos asaltos te quedan todavía antes de que el odio se transforme en algo parecido a la indiferencia, pero la primera descarga ha abierto definitivamente camino. Hacía falta sólo aceptar todas las piezas de este puzzle hecho añicos, el puñetazo en las costillas, la humillación y la impotencia, tu vientre partido en dos como el asfalto rasgado por el terremoto, y los restos del orgullo apenas sosteniéndote, a expensas de negar el dolor, de negar la rabia, de negar este odio que ya no quieres adentro. Hacía falta sólo admitirte la sombra como admites la luz. Y no dudar ni un segundo que te quieres continuar alimentando.


Desnudarse, y empezar a convertir las sonrisas improvisadas en el mejor antídoto para la soledad. Admitir que a todos, el desengaño, nos gana la batalla alguna vez porque estamos programados para ilusionarnos, para construir príncipes y palacios y para dibujar mares donde abocar nuestro sinfín de emociones. 





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